26/10/201323/02/2014

Once obras invitadas

Colección Permanente

Con motivo del X Aniversario del Museo Picasso Málaga

Cézanne, Courbet, Degas, Gris, González, Ingres, Manet, Matisse, Renoir, Rodin y el taller de Fidias. El Museo Picasso Málaga reunió a grandes maestros del arte para celebrar su décimo aniversario. Durante cuatro meses, sus obras se integraron de modo excepcional en el discurso de la colección permanente de la pinacoteca para mostrar las influencias, afinidades y proximidades del trabajo de Pablo Picasso con el de estos grandes artistas que, cada uno a su modo, constituyeron una referencia a lo largo de su trayectoria.

Un retrato al óleo realizado por Edgar Degas (1834-1917) de su hermana Marguerite abría en la Sala I el recorrido de Once obras invitadas, estableciendo con el resto de obras de este espacio un singular juego de miradas. Continuaba la propuesta en la Sala II, un vaciado en yeso representando a Démeter, la diosa madre de los griegos, que, a partir de una escultura del taller de Fidias en el siglo V a. C, hacía referencia a la influencias del arte greco romano en Pablo Picasso.

Auguste Rodin (1840-1917) fue el artista invitado en la Sala III, con una escultura en bronce titulada El hombre de la nariz rota (1865), que era mostrada junto al Picador de la nariz rota (1903) de Pablo Picasso. En la Sala IV, un bodegón pintado en 1925 por Juan Gris (1887-1927) se yuxtapuso a las obras picassianas de la aventura cubista.

Ya en la Sala V, Odalisca con bombachos rojos (1924-1925) de Henri Matisse (1869-1954) se reclinaba sobre un ornamental fondo. En la Sala VI, Tres bañistas de Paul Cézanne (1839-1906) se contrapuso a la que realizó el artista malagueño en 1971.

Julio González (1876-1942) y Pablo Picasso compartieron un interés por la técnica de la soldadura en hierro que quedó plasmado en la escultura de ambos y un ejemplo de ello pudo verse en la Sala VII del Palacio de Buenavista. A continuación, en la Sala VIII, dedicada a la figura femenina, se mostró un óleo pintado en 1851 por Jean Auguste Dominique Ingres (1780-1867), que aludía al momento en el que Júpiter, guiado por Cupido, descubría a Antíope descansando desnuda sobre la hierba.

En la Sala IX el invitado era Auguste Renoir (1841-1919), con la obra Busto de Coco (1908), un bronce retrato de su hijo cuando era niño, que se exhibió junto al retrato que Picasso dedicó a su primogénito, Paulo, a comienzo de los años veinte. En la Sala X se expuso un óleo de Gustave Courbet (1819-1877), retrato de su hermana Zélie, que ponía en evidencia cómo el entorno más cercano del artista quedaba, como en el caso de Picasso, representado en su obra. Cerraba este excepcional recorrido, ya en la sala XI, una escena taurina al óleo de Édouard Manet (1832-1883), que se expuso junta a otras obras que Picasso realizó vinculadas a la figura del toro.

En este sentido, la exposición fue fruto de la colaboración de una serie de museos franceses que con sus propuestas y préstamos hicieron realidad que pudiera contemplarse en Málaga esta excepcional exposición. Éstos fueron el Centre Pompidou, Paris. Musée national d’art moderne/Centre de création industrielle; Musée du Louvre; Musée de l’Orangerie; Musée d’Orsay; Petit Palais, Musée des Beaux-Arts de la Ville de Paris; Musée des moulages de l’Université Lumière Lyon 2, la Direction générale des patrimoines y el Service des musées de France.

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La exposición