Brassaï y Picasso en Mougins, Notre-Dame-de-Vie, 1966 © Estate Brassaï Succession-Philippe Ribeyrolles © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2022

Picasso y Brassaï

La amistad de dos extranjeros en París

La fotografía ha ayudado a conocer mejor a Picasso, no solamente como testimonio de su vida, sino también como una valiosa fuente de información reveladora de su personalidad, de su obra y de cómo se configuraron los entornos culturales en los que vivió. De las muchas relaciones que establece en París con escritores, ensayistas, dramaturgos o artistas visuales, llama la atención la estrecha y fecunda complicidad profesional y personal que mantuvo con el fotógrafo de origen húngaro conocido como Brassaï.

El trabajo fotográfico de Brassaï durante los años treinta del siglo pasado ha contribuido a construir la imagen que tenemos de la capital francesa, con su evocación del universo artístico, social e intelectual. Radiografió esta gran ciudad, tanto de día como de noche, desde sus oscuros fondos hasta el resplandor de su ambiente social y artístico. El Paris que capta, muestra la metrópoli moderna y cosmopolita por excelencia, en una Europa marcada por los grandes cambios de la historia industrial del siglo XIX. Una ciudad vivida y amada por él, y también por su colega y amigo, Pablo Picasso.


La Torre Eiffel vista a través de la reja del Trocadero, París, 1930-1932. Fotografía de Brassaï © Estate Brassaï Succession-Philippe Ribeyrolles

En diciembre de 1932, el crítico de arte Tériade invita a Brassaï a que fotografíe a Picasso, su estudio y sus esculturas para ilustrar el primer número de la legendaria publicación afín al surrealismo Minotaure, colaboración que dio paso a una larga y sincera amistad, alimentada por su mutua admiración. Al fotógrafo le fascina la personalidad de Picasso, y Picasso admira su mirada sin prejuicios. Son dos amigos extranjeros en una gran ciudad: uno será para el siglo XX uno de sus grandes fotógrafos y el otro, el gran artista que cambió la historia del arte. Comparten un extraordinario don para la observación y una gran curiosidad. Ambos coleccionan extraños objetos, desechados y encontrados casualmente, y notable es su compartido interés por el arte primitivo, el denominado art brut, los huesos, la poesía y los grafitis. Tienen también en común su rechazo a centrase en una única disciplina, en su deseo de explorar otros territorios de creación. Esta relación privilegiada y evidente complicidad le convirtió en testigo excepcional del íntimo mundo de Picasso: sus lugares de creación, sus obras, su entorno familiar y de amistades. Brassaï tiene una gran sensibilidad al detalle, sabe poner orden en el desorden y armar de una manera casi arquitectónica sus fotografías, ofreciendo una nueva dimensión a las obras creadas por Picasso y a los objetos y materiales de los que se rodea.


Esculturas de yeso en el estudio de Pablo Picasso en Boisgeloup, diciembre 1932. Fotografía de Brassaï © Estate Brassaï Succession-Philippe Ribeyrolles © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2022

Uno de los escritos más importantes para conocer a Picasso es precisamente un libro de Brassaï, Conversaciones con Picasso (1964), fascinante texto en el que destaca la inmediatez y el detalle de aquel que escribe como fotografía. Esta crónica, que Brassaï acompaña con más de cincuenta instantáneas, arranca en septiembre de 1943 – once años desde su primer encuentro con el pintor – hasta septiembre de 1962, proporcionando dos décadas de un relato sobre Picasso y sobre una atmósfera creativa de la que el pintor malagueño era el epicentro, a la vez que da cuenta de importantes episodios de la historia del arte del momento y de interesantes acontecimientos que tuvieron lugar esos años.


Pablo Picasso junto a la estufa en el estudio de la rue des Grands-Augustins, septiembre 1939. Fotografía de Brassaï © Estate Brassaï Succession-Philippe Ribeyrolles © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2022

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