Pablo Picasso (1881-1973). El gallo atado, Mougins, 24-27 abril 1962. Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso, Madrid © FABA Foto: Marc Domage © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2025

El gallo atado

Mougins, 24-27 abril 1962

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Hace sesenta y tres años, en abril de 1962, Pablo Picasso pintó el óleo sobre lienzo El gallo atado.

«Picasso plasmó algunas de sus manifestaciones más apasionadas como pintor en tonos negros, blancos y grises. En términos cromáticos e iconográficos. El gallo atado pertenece a una sucesión de lienzos de gran tamaño pintados en grisalla que exploran los temas interrelacionados del sufrimiento, el sacrificio y la matanza. El más conocido es el Guernica, realizado en 1937 como expresión de furia y protesta contra los horrores de los bombardeos aéreos durante la Guerra Civil española. Siete años más tarde, cuando salieron a la luz las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, Picasso realizó otra pintura, tamaño mural, en respuesta a los asesinatos en masa, El osario (fig. 1). Y más tarde, en 1951, el asesinato de civiles en Corea del Norte provocó que el artista, una vez más registrara la estremecedora violencia en una paleta en la que predominan los tonos de gris (Masacre en Corea; Musée national Picasso-Paris). Estas tres composiciones figurativas proclamaban las afinidades políticas de Picasso en un lenguaje visual explícito: rostros aterrorizados, cuerpos desmembrados y verdugos armados.

Sus naturalezas muertas, sin embargo, tienden a expresarse en el lenguaje codificado del símbolo y la metáfora. En este sentido, evocan la tradición del bodegón español, en el que las minuciosas representaciones de la comida y los utensilios de cocina servían como pretexto para la reflexión moral sobre la naturaleza humana [1].

Fig. 1: Pablo Picasso (1881-1973). El osario, 1944-1945. The Museum of Modern Art, Nueva York © The Museum of Modern Art, Nueva York / Scala Florencia © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2025

Los gallos constituyen una metáfora recurrente y polivalente en el arte de Picasso, desde los primeros años hasta la última etapa de su vida. En algunas obras utilizó esta ave como emblema orgulloso y gallardo de la República francesa y, en otras, como una indefensa figura de fragilidad y muerte. Su significado se aclara cuando se considera El gallo atado junto a El restaurante de 1914, ya que ambas pinturas muestran el comienzo y el final de un proceso culinario que requiere una violencia sacrificial. Antes de que pueda transformarse en el objeto de placer gourmet que se observa en el lienzo cubista, el animal debe ser sacrificado, desangrado y desplumado. En El gallo atado, estas rutinarias tareas de cocina simbolizan la esencial brutalidad de la existencia humana y la supervivencia.

De ahí el brutalismo de la técnica de Picasso, que drena el lienzo de color del mismo modo en que se drena la vida del gallo, y deja que sus pigmentos diluidos goteen hacia abajo en dirección al cuenco con la sangre del ave y el cuchillo del lado inferior izquierdo. La silla ruda adquiere una inquietante cualidad antropomórfica al sujetar al gallo atado en su regazo, por así decirlo, como lo hace la figura femenina de una pintura de 1938 que se parece extrañamente al artista (fig. 2). La lámpara y la bombilla que cuelgan encima remiten a los motivos similares que alumbran la matanza en el Guernica, mientras que las garras del gallo, atadas y vueltas hacia arriba, aluden a la mano alzada que surge de la masa de cadáveres en El osario. La ausencia de un dibujo subyacente y las rápidas pinceladas indican que El gallo atado fue una creación más espontánea que cualquiera de aquellas otras composiciones cuidadosamente planeadas. Sin embargo, la reutilización y adaptación de motivos tomados de su propia obra, tan características de su proceso creativo, sugieren que Picasso ya tenía en mente la estructura y el contenido general cuando se dispuso a pintar el lienzo.

Fig. 2: Pablo Picasso (1881-1973). Mujer con gallo, 1938. Staatsgalerie Stuttgart © bpk / Staatsgalerie Stuttgart © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2025

Aunque no se sabe con certeza si se inspiró en los acontecimientos políticos de ese momento para pintar El gallo atado, el artista dejó de lado la atmósfera amenazante y sus densas implicaciones cuando otra ave apareció en su obra unas semanas después, esta vez para transmitir un mensaje de esperanza y buena voluntad. La imagen de una paloma blanca extendiendo sus alas sobre una pila de armas desechadas, que el artista diseño en mayo de 1962 para el Congreso Mundial por el Desarme General y la Paz, que tendría lugar en julio, se convertiría en un símbolo antibelicista tan reconocible en todo el mundo como cualquiera de sus obras maestras en blanco y negro (fig. 3) [2]» [3].

Fig. 3: Pablo Picasso (1881-1973). Cartel del Congreso Mundial para el Desarme General y la Paz, 1962. Hoover Institution © Hoover Institution. Library and Archives © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2025

[1] Véase ROSENBLUM, Robert. «The Spanishness of Picasso’s Still Lifes». En: BROWN, Jonathan (ed). Picasso and the Spanish Tradition. New Haven: Yale University Press, 1966, pp. 61-93. [Ed. Español: «La españolidad de las naturalezas muertas de Picasso». En: BROWN, Jonathan (ed). Picasso y la tradición española. Guipúzcoa: Nerea, 1999, pp. 72-112].
[2] «Ampliada a proporciones monumentales, funcionó como telón de fondo del congreso y apareció en forma de póster cuyo texto fue traducido a muchas lenguas». UTLEY, Gertje R. Picasso: The Communist Years. New Haven: Yale University Press, 2000, p. 128.
[3] Comentario de Ross Finocchio en: FITZGERALD, Michael (dir.). Pablo Picasso: estructuras de la invención. La unidad de una obra. [Cat. Exp.: Museo Picasso Málaga, 2024]. Málaga: Museo Picasso Málaga, 2024, pp. 266-269.

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